Recientemente he visto en los supermercados que vende un sustituto de la tradicional sal sin sodio especialmente perjudicial para los hipertensos y me dije para mis adentros que por fin se acabó las comidas sosas que alguna vez he visto tomar a determinadas personas de mi entorno.
Sin embargo, antes de comenzar a dar saltos de alegría y gritarlo a los “cuatro vientos” me he documentado y os voy a dejar aquí algunas de las dudas que se me plantó.
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